viernes, 9 de septiembre de 2011

Un principio.


"Nunca se había demorado en cuestiones teológicas, y por lo mismo el Areopagita le era desconocido. Algo de misticismo había en su ateísmo, y es posible que hubiera podido entenderse con el Irlandés de Irlanda. A fuer de intuir en la negación una verdad inconfesable se dió a la tarea de agotar el orbe en largos viajes porque pensó que en el cansancio de la experiencia le sería deparada la dicha de una revelación póstuma; y así pudo, una noche de verano bajo los influjos de un sauce cercano, escribir proféticamente:


"Para callar lo que no sabía,
Para yacer en un principio codiciado".




Así fue cómo se hilvanaron esos versos, o lo que es lo mismo, así me imagino que se sucedieron".-




Hilario Bielcassé, Versos Olvidados de Varones Prudentes, 1937.-

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