miércoles, 13 de agosto de 2014

El ocaso de la memoria.



“Fuéronse sucediendo los años y tuve la precaución de no dejar que ninguno de ellos prescindiera de una memoria pulida, exornada de rasgos precisos, sobria en imágenes vanas pero íntima en omisiones abismales. Porque quizá valiera más lo ausente y quedara para el resto del mundo aquella austera imagen de felicidad que la gente se forma de quienes padecemos esta terrible melancolía de los relatos imposibles. Y esto me hace sospechar que el mundo es más profundo de lo que podría imaginar si tuviera aún las fuerzas necesarias que algún recuerdo me consume, ahora que aquellas omisiones se vuelven brumas y ya todo lo pierdo, y ya todo es del olvido.”



                                  Hilario Bielcassé, Prologo de un Diario Inútil, 1936.

miércoles, 29 de enero de 2014

Metamorfosis (II)

     
    

       Era tenue el vapor del café pero peceptible. De algún modo, pasar por encima de las oscuras letras los dedos cansados reforzaba la idea sensible de un texto que de a poco se perdía en la memoria de alguien que ya dejaba de serlo. Hacia el final sólo quedaba un vapor, fundido con el de un café aún perceptible. 



                                                        Anzaldo de Comara, Fantasmagorías, 1922.-

lunes, 6 de enero de 2014

Una forma de infierno.



"Siempre lejano y el tiempo que se alarga y yo acá, pensando en esta inmóvil eternidad. A veces me asombra tenerme por un dios no providente y es tanta la piedad que evado la herejía improvisando estas líneas tan sólo para descubrir que mi contemplación es un nombre y un recuerdo y otra vez el tiempo que se alarga, siempre lejano."

                                                                                   Hilario Bielcassé, fragmento de una carta inconclusa probablemente a G.C., 1932.-

viernes, 3 de mayo de 2013

Una anécdota.





     "Caminaba presuroso al trabajo, llena la mente de las angustias propias de quien llega tarde. Un raro viento del sur me distrajo por unos segundos, y en esa sorpresa se llevó algunas de mis vanas preocupaciones. Entusiasmado por esta sensación de ligereza abandoné al viento casi todas mis ansiedades materiales y milagrosamente pude sentirme dueño de mí mismo. Luego, y de a poco, el viento me fue arrancando la carne a jirones. Aunque un cierto dolor hubo, no puedo asegurar que éste me haya impedido una infinita percepción de bienestar.
     Iban ya mis huesos como llevados por el viento cuando éste los terminó desgranando justo antes de que fueran polvo y olvido; y ahí pude ver lo que sólo a unos pocos les ha sido deparado contemplar conscientemente: la inmensidad de la Nada. Me abracé a la misma y ya no pude recordar otra cosa. Quién sabe si en el trabajo notaron mi ausencia."

     
                                                          Hilario Bielcassé, Papeles de Viejo, 1957.-

domingo, 18 de noviembre de 2012

Una apuesta peligrosa.



"Sucede a veces (pero muy pocas) que confundo el amor con la muerte. Y así me enamoro y siento que voy falleciendo cada vez más hasta quedar al borde del abismo. Y ahí un rapto de sensatez me devuelve a mi soledad, a esa soledad que tanto deploro pero que siempre me salva. Es un método de defensa bastante cuestionable, lo sé. Pero creo, sin embargo, que esta vez no hay salvación posible. Y estoy seguro de que  no opondré resistencia alguna en esta caída libre, porque si es cierto que el amor y la muerte son una misma cosa, con Usted no veo la hora de ver las delicias que nos tiene preparado el Cielo. Porque si el amor y la muerte son una misma cosa, en este albur de identidades misteriosas, quién sabe si Usted y el Cielo no estén hechos de igual sustancia. La posibilidad bien vale el riesgo."

                                                              Hilario Bielcassé, carta a una Parca, 1928.

miércoles, 27 de junio de 2012

Dos silencios.



"Iba por sus ocupaciones con una pasión tan esmerada como baladíes eran aquellas. De un modo notable, las abordaba con cierta trabajosa minuciosidad como quien lleva a cabo la delicada tarea de salvar el universo. Se enamoraba de detalles minúsculos y cumplía con sus cargas como un Cristo obsesionado. Los pequeños gestos de sociabilidad de sus amigos constituían su abundante idea de humanidad, y unos cuantos libros apilados en un esquinero de madera hacían las veces de Paraíso. Esta magnificación de un modo de vida tan vulgar era atribuido por sus conocidos a una flaqueza moral, a la resignación y a la barroca idea de dotar de sentido su insoportable idea de existir. Esto último fue certeramente diagnósticado por una psicóloga ocasional que, a modo de augurio íntimo, vaticinó en silencio su total soledad afectiva sin saber que el esforzado infeliz le profesaba en conciencia una total entrega. Y así siguió aquella muda profesional su vida gris, confiada en sus profecías ocultas y tan segura de si misma que hasta el universo mismo parecía no necesitar salvación alguna."

Hilario Bielcassé,  Notas sobre la Ciencia y sus Dogmas, 1936.-

viernes, 1 de junio de 2012

La Historia de un Camino.


Era un camino cansado 
que cuando andaba parecía quieto, y quieto lucía igual. 
También era un camino sincero cuyo norte y sur no cesaban de girar. 
Pero era un camino cansado y hubo un día en que dejó de andar. 
Se quedó quieto, muy quieto, aunque quieto luciera igual.