viernes, 3 de mayo de 2013

Una anécdota.





     "Caminaba presuroso al trabajo, llena la mente de las angustias propias de quien llega tarde. Un raro viento del sur me distrajo por unos segundos, y en esa sorpresa se llevó algunas de mis vanas preocupaciones. Entusiasmado por esta sensación de ligereza abandoné al viento casi todas mis ansiedades materiales y milagrosamente pude sentirme dueño de mí mismo. Luego, y de a poco, el viento me fue arrancando la carne a jirones. Aunque un cierto dolor hubo, no puedo asegurar que éste me haya impedido una infinita percepción de bienestar.
     Iban ya mis huesos como llevados por el viento cuando éste los terminó desgranando justo antes de que fueran polvo y olvido; y ahí pude ver lo que sólo a unos pocos les ha sido deparado contemplar conscientemente: la inmensidad de la Nada. Me abracé a la misma y ya no pude recordar otra cosa. Quién sabe si en el trabajo notaron mi ausencia."

     
                                                          Hilario Bielcassé, Papeles de Viejo, 1957.-